En el artículo pasado habíamos explicado en detalle como funcionaban los TCAs o trastornos de la conducta alimentaria, haciendo especial hincapié en que son enfermedades mentales. Al contrario de lo que mucha gente piensa, este tipo de enfermedades son muy difíciles de tratar, dejando secuelas muy graves, y siendo en ocasiones, una enfermedad que persigue a sus víctimas de por vida. Por este motivo hemos querido dedicar dos artículos a esto, para hablar especialmente de los trastornos de la conducta alimentaria en la era de la comunicación.

Debido a todo el bombardeo informativo que sufren actualmente los jóvenes, se ven expuestos y sometidos a mucha presión a lo largo de su etapa adolescente. Desde la exposición de los cuerpos en las redes sociales a edades muy tempranas, hasta tener objetivos y cánones de belleza irreales que buscan la venta, el engaño o la clientela joven y fácil.

Los trastornos de la conducta alimentaria en la era de la comunicación

Está claro que un trastorno, una patología o una enfermedad, es negativa y perjudicial en cualquiera de las épocas en las que se pueda vivir. Pero, por el contrario que para otro tipo de enfermedades, el paradigma actual ha empeorado la realidad de los Trastornos de la conducta alimentaria.  La comunicación, la ciencia y la velocidad de información han sido aspectos muy positivos para tratar otro tipo de patologías. Y es que es increíble echar la vista atrás y ver todo lo que ha avanzado la sociedad gracias, en parte a la globalización, y la comunicación de masas.

En el caso del manejo de información, cuando hay enfermedades mentales de por medio, la situación empeora. Esto empezó a notarse en los años 90, cuando se popularizaron una serie de páginas web destinadas a jóvenes y adolescentes con problemas mentales y TCAs. El contenido de este tipo de páginas era creado por personas con trastornos de la conducta alimentaria, donde ponían trucos, consejos y formas de desarrollar anorexia o bulimia. Con el paso de los años, estas páginas se penalizaron y ya no se pueden encontrar con facilidad.  Pero ahora los jóvenes se enfrentan a la presión, las críticas y el odio que pueden recibir a través de las redes sociales.

tcas y redes sociales

Los TCAs y las redes sociales

Para entender cómo afectan, en el mundo de los jóvenes, los trastornos de la conducta alimentaria en la era de la comunicación, solo necesitamos conectarnos a internet. No hay más que dar una vuelta por cualquier red social de las que mueven a la juventud.

Instagram, Snapchat, Twitter o Tik Tok, si miramos un poco, podemos ver que este tipo de redes premian la belleza por encima de cualquier otra cualidad. Pero además de esto, la utilización de filtros para destacar cualidades y características físicas imposibles, está creando cánones de belleza que no se van a conseguir.

Esto genera un gran problema, ya que el comienzo de los trastornos de la conducta alimentaria, es una distorsión en la percepción de su cuerpo o su aspecto físico. El hecho de percibir una realidad a través de las pantallas, mostrando cosas que no son reales, promueve esta dismorfia corporal. Son cada vez más, los adolescentes y niños los que se suman a abrirse perfiles en redes sociales, y reciben como no, mensajes de todo tipo a través de ellos. Incluyendo en estos mensajes, opiniones buenas, malas, ofensivas y completamente fuera de lugar.

Las soluciones a los TCA se basan en una buena nutrición

Para empezar a poner remedio desde pequeños, es muy importante enseñar y educar en adquirir buenos hábitos alimentarios. Pero verdaderamente esto, debe incorporarse en la vida diaria, con el objetivo de sentirse bien y tener una alimentación saludable en sí misma, no con un objetivo físico, una presión externa, o una persona que pueda imponer una dieta restrictiva.

Tratar este tipo de trastornos requiere de equipos humanos muy completos, pues lo ideal sería abordar el caso con una terapia psicológica, acompañada de medicamentos (si se estima oportuno) pautados por un psiquiatra. Y también ser acompañado por un nutricionista para tener un acompañamiento completo, pues es necesario pautar una alimentación de mano de profesionales para no correr ningún riesgo.