El pH es una medida de la acidez o la alcalinidad de una sustancia. Un pH de 0 es totalmente ácido, mientras que un pH de 14 es completamente alcalina. Un pH de 7 es neutral. Estos niveles varían en el interior del cuerpo humano. La sangre es ligeramente alcalina, con un pH de entre 7,35 y 7,45. El estómago, sin embargo es muy ácido, con un pH de 3,5 o menos, para poder descomponer los alimentos. Por último, el pH de la orina depende de qué alimentos tomemos.

Casi todos los alimentos que comemos liberan un ácido o una base alcalina (bicarbonato) en la sangre después de ser digeridos, absorbidos y metabolizados.

En cualquier caso, todos los esfuerzos de nuestro organismo se centran en mantener un pH en sangre alcalino. Y, cuanto más facilitemos a nuestro cuerpo esta tarea, más fácil será estar alejados de un sinfín de enfermedades y problemas relacionados con nuestra salud.

escala de pH

Cuando comemos alimentos generadores de ácido, nuestro cuerpo, como hemos comentado, trabaja para traer el pH de la sangre de vuelta al equilibrio mediante la liberación de minerales ricos en alcalinidad a nuestro torrente sanguíneo (por ejemplo, calcio, fósforo y magnesio).

Si no comemos suficientes alimentos de formación alcalina, nuestro cuerpo tiene que utilizar este tipo de minerales de nuestros huesos, dientes y órganos. Esto puede comprometer nuestro sistema inmunológico, causar fatiga y hacernos vulnerables a virus y otras enfermedades.

Según esta filosofía nuestra dieta debería estar compuesta entre un 60 a 80% de productos “alcalinos” y entre un 20-40% de alimentos “ácidos”.

Los alimentos “alcalinos” incluyen la mayoría de frutas, verduras, hierbas, frutos secos, y semillas.
Los alimentos ácidos engloban a la mayoría de los granos, carnes, productos lácteos, pescados, comida rápida, alcohol y todo tipo de alimentos procesados.

Una dieta muy ácida crea un ambiente favorable para las levaduras y hongos. Al cambiar a una dieta más alcalina, podremos notar un aumento de energía y una notable mejoría en la mayoría de enfermedades crónicas.

El 90% de los problemas de salud está relacionados directa o indirectamente con un ambiente ácido en nuestro cuerpo. El pH es un factor determinante entre la salud y la enfermedad.

Varias investigaciones han demostrado que, a menos que el nivel de pH de nuestro cuerpo sea ligeramente alcalino, este no tiene la capacidad de curarse por si mismo.

Así que, no importa qué tipo de medicina utilice para mejorar su problema de salud, esta no será efectiva a menos que su nivel de pH esté equilibrado. Cuando el pH del cuerpo desciende por debajo de 6,4, las enzimas se desactivan y la digestión no funciona correctamente. Un entorno ácido disminuye la producción de energía en las células, la capacidad del cuerpo para reparar las células dañadas y desintoxicarse de los metales pesados y hace que este sea más susceptible a la fatiga y la enfermedad.

El pH y el Cáncer

En primer lugar, no hay estudios concluyentes en humanos que prueben que las dietas alcalinas puedan favorecer la prevención o tratamiento del cáncer. Sin embargo pruebas de laboratorio han demostrado que ciertas células cancerosas crecen más rápido en una solución ácida. También está probado que algunos fármacos de quimioterapia se vuelven más eficaces si el área que rodea una célula tumoral se modifica para ser más alcalina.

Dichos estudios sugieren también que las células cancerígenas maduran en un ambiente ácido (pH bajo), pero no pueden sobrevivir en un ambiente alcalino (pH alto).

Tal y como describe Keiichi Morishita en su libro “La verdad oculta de cáncer”, cuando la sangre empieza a acidificarse, los depósitos corporales segregan ciertas toxinas en las células para permitir que la sangre permanezca ligeramente alcalina. Esto hace que las células se vuelvan más ácidas y tóxicas, lo que se traduce en una disminución de sus niveles de oxígeno, perjudicando su ADN y enzimas respiratorias.

Morishita expone que, con el tiempo, estas células aumentan en acidez y algunas mueren convirtiéndose en ácidos. Sin embargo, otras células de este tipo, se adaptan al entorno. En otras palabras, en lugar de morir – como las células normales, en un ambiente ácido – algunas células sobreviven convirtiéndose en células anormales o “malignas”.

Las células malignas no se sincronizan con la función cerebral ni con el propio código genético. Por lo tanto, dichas células malignas crecen indefinidamente y sin orden. Esto es el cáncer.

Sang Whang, en su libro “Revertir el envejecimiento” explica: «en general, las enfermedades degenerativas son el resultado de la acumulación de desechos ácidos en nuestro cuerpo. Cuando nacemos, tenemos una alta concentración de minerales alcalinos así como un pH muy elevado. A partir de ahí, el proceso normal de la vida es la acidificación gradual. Es por ello que la mayoría de enfermedades degenerativas no ocurren en la juventud.”

RECUERDA: En el equilibrio está la clave y cuando se trata de los niveles de pH de nuestro cuerpo, el equilibrio es la clave de la salud.

Para profundizar más en el tema podéis ver la Conferencia “Sin acidez humoral no hay cáncer” del Dr. Alberto Martí Bosch.

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